Nadie duda que el planeta está cambiando a peor, y muchos opinan que la culpa la tenemos los que formamos la raza humana ¡tremenda pretensión! Al margen de esta consideración, pienso que la Tierra algo tendrá que ver en las modificaciones del clima, de la cantidad de terremotos que se producen o de volcanes que entran en erupción, deshielos y otros fenómenos en los que poco o nada tenemos que ver, aunque no está de más que contribuyamos a aminorar en lo posible los que estén en nuestra mano, eso sí, siempre que no caigamos en la mojigatería y nos pasemos tres pueblos en las medidas a tomar, como ha ocurrido recientemente en la capital, que si echamos cuentas es muy posible, dicho por expertos en el tema, que los atascos por las prohibiciones de circular por determinadas calles hayan contribuido más a contaminar el medio ambiente que el dejar las cosas como estaban antes.
Pero el tema del que queremos hablar hoy es otro. Es del reciclaje y, en especial, de los llamados “puntos limpios” que están surgiendo en muchos pueblos como setas en otoño en cuanto llueve, en este caso, sin importar la estación, cuando hay dinero para hacerlos. Sin ninguna duda han sido una magnífica idea con la que no solo se embellecen y limpian y “desodorizan” los municipios en los que se construyen, además, ayudan y no poco a mejorar el medio ambiente, seleccionando nuestros desperdicios orgánicos o de otro tipo, de una manera natural y ecológica, contribuyendo en muchos casos a que puedan ser reciclados en un porcentaje muy alto, reutilizados en otros o transformados en energías limpias, que precisan de una mayor producción para que se sigan abaratando su coste, en algunos casos excesivo.
Sea como fuere, reciclar es necesario, y los puntos limpios contribuyen a que se haga de una manera más racional que hace unos años, si es que se podía considerar racional lo que se hacía, que en la mayoría de los casos no pasaba de depositar la basura y los desperdicios en vertederos que como mucho contribuían a “perfumar” el ambiente de los alrededores y que al cabo de los años se solían cubrir con cal, arena o cemento, contribuyendo en algunos casos a crear depósitos de metano que llegaban hasta a ser peligrosos.
Por los motivos expuestos, bienvenidos sean todos los esfuerzos de los poderes públicos por contribuir al reciclaje sensato y agradecimiento a las poblaciones que se lo toman en serio y colaboran en la medida de sus fuerzas y posibilidades a mejorar el medio ambiente.
Al menos, por parte nuestra que no quede el que campos y mares, la Tierra en definitiva, nuestra casa, esté limpia y menos contaminada.
Arturo Vallejo
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