De un tiempo a esta parte, nuestros queridos políticos se han dedicado, sin que se lo pidamos nosotros, cosa rara, en medir la calidad de aire que respiramos. La verdad es que es de agradecer, ahora que estamos en tiempos del cambio climático, que parece, a decir de algunos irreversible y de otros, una filfa con la que nos quieren liar para que consumamos menos, tengamos menos calefacción, compremos coches menos contaminantes, etc. etc. ¡Vaya usted a saber! De momento, aunque solo sea por llevar la contraria, Donald Trup no cree en el dichoso cambio.
Sea como fuere, lo que si es total y absolutamente cierto es que hay gente muy hipocondriaca que se siente totalmente horrorizada cuando ve circulando un automóvil a más de cuarenta kilómetros por hora o mira desde las afueras y ve el gorro grisáceo de Madrid, el mismo que lleva allí desde hace mucho tiempo, y al que solo hace muy poco se le ha empezado a prestar atención por aquello de que los coches diesel, que hace unos años nos vendían con no sé cuántos filtros de casi todo, incluyendo el de café, por supuesto bastante más caros que los otros, resulta que ahora son lo más contaminantes, motivo por el que pagan más en todos lados, además de escuchar, especialmente los días que no llueve, las amenazas de prohibirles circular, aparcar y casi casi, hasta estar parados.
De esta manera sutil, quizá por ello algunos políticos no se han dado cuenta, están transformando a los habitantes de las grandes cuidades en vecinos de primera y de segunda; que usted vive dentro de la zona tal, pues no se preocupe, usted, que es de primera, podrá circular por donde quiera, ya sea su zona o la del exterior, que ésa aunque se contamine no pasa nada. Ah, que usted vive en el extrarradio; pues sepa, si se le ocurre venir al centro, aunque sea a trabajar, que va a pagar un montón por dejar el coche, si es que puede estacionarlo en algún sitio, eso si que no sea zona peatonal, verde o azul, con lo cual, hablando de colores, las va a pasar moradas para dejarlo. Así que ya lo sabe, acérquese en transporte público o en taxi. Y no llore porque tarda usted una hora más en llegar y otra en volver a su alejado domicilio, Ha querido vivir lejos del centro, pues ahora a fastidiarse o gastarse un pastón en el coche que elijamos para usted.
Y otra cosa que no han pensado los políticos, que tanto miran por nosotros, es que quizá, a esa gente que le gusta morar en el centro, que ha elegido ese aire para vivir, que lleva así mucho tiempo, posiblemente, si le mejoran la calidad del aire prohibiendo a los coches que circulen por su calle, un día no le quede más remedio, asfixiándose con tanto oxígeno, que comprarse una careta con una goma y conectarla de vez en cuando a algún tubo de escape para poder nivelar en su organismo los niveles de nitrógenados, anhídridos carbónicos, etc. a los que su cuerpo estaba acostumbrado desde hace años, que hay muchos urbanitas sueltos que adoran el cemento, la contaminación y a los que los únicos campos que les gustan son los de fútbol o de cualquier otro deporte que se practique sobre hierba, que no sea artificial, “que hay gente pa to”, que dijo el “Guerra”.
Arturo Vallejo
Por gentileza de:
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