Medallas Academia Europea de las Artes
Cuando habla de su padre le brillan los ojos, ya que le considera su mejor maestro, a quien siempre estará agradecida por dejarla volar sola, y no intervenir en su estilo artistico. Nunca le corrigió, y esto no suele ser habitual entre los artistas ya consagrados, que suelen tender a cambiar algunos hábitos de aquellos que empiezan su andadura en el bello mundo de las artes.
La vida sigue su devenir y en 1981, animada por una ferviente admiradora y amiga, decide sacar partido de sus cualidades artísticas para inicarse en los esmaltes, algo que le atraia desde tiempo atrás. Toma clases particulares sobre técnicas para esmaltar y se da cuenta que ha encontrado su camino.
Con motivo la exposición de Los Mundiales, que iba a tener lugar en la Madrileña Casa de Campo, surge la oportunidad de exponer sus primeras obras. Hubo que trabajar duro para tener material suficiente pero mereció la pena, lo vendió todo y este rotundo éxito le sirvió para darse cuenta que merecia la pena hacerse con su sitio en el oficio de los esmaltes.
Su trabajo requiere una gran minuciosidad con los diminutos pinceles pero a esta artista le sobra. No decae ante los largos dias de trabajo que supone conseguir refelejar en sus esmaltes, detalles tan poco habituales en este tipo de trabajo artístico, como los interiores, en los que plasma hasta los encajes de una colcha o el dibujo estampado de una colorida cortina, algo que le ha llevado ser conocida y es lo que le encargan muchos de sus clientes.
Aunque debe su fama a sus originales esmaltes, poco amiga de encasillarse, también dedica parte de su tiempo a la realización de medallas fundidas en base a un repujado, siendo dicha técnica un tanto inusual.
Y no lo hace nada mal porque sus medallas se encuentran expuestas en el Museo de Medallistas de Nules, algo que llena de orgullo a esta artista, porque aunque lo suyo son los esmaltes, tiene la ilusión de que la gente empiece a conocer esta otra faceta, que también tiene su arte.
Nota:
Este reportaje fue realizado por la Cámara de Madrid el 15 de diciembre de 2005, con motivo de haber recibido Angela Crespo, el Diploma de Artesano Madrileño Tradicional.
Hoy vive retirada y feliz en su casa madrileña, y nos comunica que ha dejado esta actividad artistica debido a motivos e imperativos de la edad y a la complejida de disponer hoy de tiempo suficiente para hacer lo que siempre le ha apasionado: los esmaltes.
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